Que tu hijo se chupe el dedo es un reflejo natural muy difícil de reprimir. Aunque no es un problema por sí mismo, en algunas personas éste reflejo primario dura demasiado tiempo y puede tener consecuencias dañinas para el desarrollo de la boca. Chuparse el dedo durante mucho tiempo de nuestra vida puede acabar por tener consecuencias funcionales y estéticas para nuestra dentadura. Más allá de los tres o cuatro años se debe actuar para evitar más daño.